Hace ya unos años, me sucedió algo que no sé como definir en una sola palabra; ¿sorprendido? seguro!… aunque se me ocurren muchas…

Estaba en la puerta del colegio esperando a la salida a mediodía a que salieran mis hijos. Yo hablaba con unas mamás, y hemos oído los gritos de un niño que venía con lo que se conoce con una rabieta, caminando muy enfadado y su madre detrás con el carrito llegando hasta la misma puerta. Allí el niño se ha tirado al suelo sin dejar de gritar y llorar mientras su madre, ignorándole, iba explicando (para justificarse) lo enfadado que estaba, y de vez en cuando le decía que se levantase.
No soy amigo de intervenir en estas situaciones ya que una vez lo hice mientras un padre pegaba a su hijo en un camping, y me costó acabar llorando de rabia…además, según un estudio de expertos, en estos casos si el padre o la madre se sienten «humillados», porque se les llama la atención, luego entre paredes ese niño sufre las consecuencias de un modo más violento…

En fín que ahí estaba yo mirando la escena mientras me hervía la sangre, y pensando en qué podia hacer yo… ignorarlo? decirle algo a su madre para que te suelte aquello de «yo educo a mi hijo como quiero»?

A veces actuamos por impulso en una fracción de tiempo en la que no piensas, símplemente, «haces», y me he agachado al lado del niño, y le he acariciado la espalda cpn la palma de mi mano preguntándole qué le pasaba.

Hablo mucho sobre maneras en que podemos mejorar como padres, pero la verdad, nunca he tenido mano con los niños, ni tengo ningún don especial con ellos, pero ha sido increíble que en cuanto he tocado al niño y le he preguntado qué le pasaba, como si tuviera un resorte se ha levantado del suelo ayudándose con sus manitas, (dos años tiene, porque su madre decía que el año que viene iría a P3) y se me ha abrazado muy fuerte, sin ni siquiera mirarme a la cara (solo necesitaba un poco de atención)… así hemos estado como dos o tres minutos mientras yo notaba sus espasmos de cuando dejas de llorar…

Le he preguntado a su madre si sabía lo que le pasaba, y me ha dicho que no quería andar, que quería subir al carrito o ir en brazos, y que no podía ser, que tenía que cansarse porque si no luego no dormía la siesta… y si subía al carrito se dormía…(!!)
Para no entrar en discusiones ni juicios, solo le he hecho una pregunta (defecto profesional)
puedes mantenerlo despierto haciéndole sentir bien?

Tras unos tensos segundos en los que nos hemos aguantado las miradas, ha contestado: Si.

En cuanto ha salido su hermana, se ha soltado de mí y se ha quedado abrazado a ella…

¿Se nos meten a veces «ideas» en la cabeza y otros han de pagarlo?

Ha sido una pasada…

Saludos…

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