Recuerdo una ocasión en la que pudimos averiguar en consulta, el orígen del rechazo, por parte de los demás, que sentía una persona y que le provocaba tristeza.
Llevándola a un estado de trance ligero, pudimos llegar al momento de una experiencia temprana en su vida que pudo ser el orígen de ese patrón de comportamiento.
Fue una imagen de cuando tenía 2 años en la cual se vio acercándose corriendo hacia su abuela materna, y siendo apartada por ésta con el brazo de una manera muy brusca diciéndole «sal de aquí».
En ese instante se intensificó la tristeza por la experiencia recordada y procedimos a su reprocesamiento, a «soltarla» después de varias décadas.
Tras varios minutos de trabajo, pudimos liberar esa tristeza que llevaba ahí tantos años atrapada, y al retomar la imagen apareció algo completamente distinto y sorprendente cuando, en lugar de sentir rechazo, pudo experimentar el amor de aquella mujer.
«Acabo de hacerme consciente de que mi abuela era diabética apenas veía y como consecuencia de su enfermedad tenía un gran sobrepeso, yo tenía 2 años, correteaba y me acerque a ella, me fui a agarrar a una de sus piernas y mi abuela me apartó de en medio bruscamente, no porque me rechazase sino porque me quiso proteger ya que ella tenía dificultad al andar y lo que hizo fue apartarme porque yo estuve a punto de hacerla caer y de haber sucedido así, habría sido encima de mí.
Mi abuela no me rechazó, mi abuela me protegió en un acto de amor.»
Este es un claro ejemplo de cómo la interpretación puede hacernos ver y sentir cosas distintas a la realidad, para convertirlas en «nuestra» realidad, aunque no siempre de una manera que nos pueda ayudar a estar bien.
Al reprocesar y soltar emociones de tristeza, de rabia o de miedo asociadas a un evento del pasado, no sólo desactivamos el patrón que se originó en ese momento, sino que las imágenes de ese recuerdo, cambian literalmente, y ese cambio lo vivimos y lo sentimos de un modo totalmente distinto, desde la paz, desde la calma, con serenidad.
0 comentarios